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Origen y Tradición

La historia de «Water from the Andes» tiene sus raíces en la majestuosa región sur de Chile, un área que no solo es rica en belleza natural, sino también en historia y cultura. Esta región ha sido el hogar del pueblo Mapuche durante siglos. Los Mapuches, conocidos por su profundo respeto y conexión con la tierra, vivían en perfecta armonía con la naturaleza. Para ellos, cada elemento del entorno natural tenía un significado especial y era considerado sagrado.

El Lago Colico, un cuerpo de agua cristalina ubicado en esta región, fue nombrado «Agua Clara» por los Mapuches en su lengua nativa. Este nombre refleja la claridad y pureza del agua, características que han sido apreciadas y valoradas a lo largo de los años. El lago y sus alrededores no solo proporcionaban recursos esenciales para la vida diaria, sino que también eran un lugar de encuentro espiritual y cultural para la comunidad.

1912... El inicio.

En 1912, la Sra. Amalia de Silva, una visionaria residente de la zona, reconoció el valor de la vertiente local y comenzó a utilizarlo para distribuir agua a las pocas casas que rodeaban el lago. Esta vertiente, conocida por su extrema pureza y equilibrio mineral, se convirtió en una fuente vital para la comunidad. La calidad del agua era tal, que se decía que contribuía a la excelente salud de la población local, un testimonio de su pureza y beneficios naturales.

La tradición de embotellar el agua directamente en la fuente ha sido mantenida a lo largo de los años. Este proceso asegura que el agua conserve su estado natural, sin alteraciones ni aditivos. La práctica de embotellar en la fuente no solo preserva la calidad del agua, sino que también honra la tradición y el legado de los Mapuches, quienes siempre han valorado la pureza y la integridad de su entorno natural.

Desde hace más de un siglo, «Andes Mountains Water» ha continuado siendo un símbolo de pureza y salud, manteniendo viva la conexión entre la comunidad y su entorno natural. Esta historia no solo destaca la importancia del agua como recurso vital, sino también como un legado cultural que ha sido transmitido de generación en generación.